272 pp
24.5 x 17.3 cm
Rústica
Idioma: español
ISBN: 978-84-252-2162-0
Editorial Gustavo Gili.
La editorial Gustavo Gili me había enviado este libro para que lo leyera y enviase un comentario, de esto hace más de un año y lo primero lo había hecho, pero lo segundo no. Había hecho una entrada rápida en el blog y nada más.
Así que para hacer el comentario lo he vuelto a leer y creo que es lo mejor que he podido hacer, porque en algunas ocasiones una segunda lectura es la que realmente deja poso y, en este caso, la merece.
Lo primero que llama la atención del libro es su portada, que no se si responderá a la petición del propio autor, pero que destaca la diferencia del tamaño tipográfico entre el título, la editorial y el pequeño cuerpo que se le dedica al nombre del autor, casi como si quisiera ocultarse y fuese lo menor de la obra o como si se aplicase uno de sus principios “Una tipografía debe estar diseñada de tal manera que nadie repare en ella”.
Hablar de Adrian Frutiger es volver a repetir lo que muchos sabemos de este maestro tipográfico suizo y que el año pasado cumplió 80 años, si aún quieres felicitarlo, tienes la posibilidad de hacerlo a través de esta página de linotype
En el caso de no conocer a este gran diseñador, quizás te suenen algunas de sus obras como las tipografías Univers, OCR B, Ondine, Frutiger, Avenir o quizás has viajado en el metro de París o has recalado en el aeropuerto Charles De Gaul y has tenido que seguir la señalización para orientarte –quizás estresado- para el siguiente embarque; pues esas tipografías y señalizaciones también son de este maestro.
Quizás no hayas reparado demasiado en sus obras porque Frutiger es de la escuela Suiza, es preciso y sutil, pero su tipografía funciona como la maquinaria bien engrasada de un buen reloj de su país. Sus objetivos principales son dos, que la tipografía no sea percibida como tal, que nadie repare en ella y facilitar la actividad de leer y trasladar contenidos de la forma más eficiente.
Frutiger es un conocedor de las relaciones recíprocas que influyen en el proceso de percepción y esto está en la base de sus reflexiones y del desarrollo de su trabajo. Su obsesión es la estructura de la letra, los blancos internos y los espacios entre letras para un mejor reconocimiento y ajustado a la finalidad o a la aplicación que tendrá.
“El libro de la tipografía” cuenta con un prólogo de Klauss-Peter Nicolay y está constituido por dos partes. En la primera parte nos habla de sus estudios, cuando aún era adolescente, en la Escuela de Artes y Oficios de Zúrich y nos hace una semblanza y resumen de algunas de los principios que aprendió tanto con Walter Käch como con Alfred Willimann.
Otro de los capítulos que componen esta primera parte es el dedicado a La Evolución Estética, en donde habla de la relación formal entre la arquitectura y la caligrafía y son expresiones del espíritu de cada época y estilos, por los que hace un repaso. Frutiger hace una analogía entre un edificio y una expresión gráfica, entendiendo que ambos se componen de dos elementos fundamentales: la materia, que en el caso de la expresión gráfica son los trazos negros, y el elemento espacial, que es lo más propio y usual de un edificio, pero que él considera que en la forma gráfica pocas veces se tiene en cuenta. “Este planteamiento del problema de la relación entre materia y espacio nos sugiere el dualismo del blanco y el negro, lo formador y lo que sustenta la forma”.
En este mismo capítulo Adrian analiza la tipografía Univers a la que califica de una tipografía creada sobre la base de un profundo conocimiento de las formas del pasado. Asimismo también realiza una revisión de otras tipografías y de algunos de sus trabajos como la mencionada señalética para el aeropuerto Charles De Gaul.
Finaliza la primera parte del libro con un capítulo dedicado a Signos y Logos corporativos, en el que afirma que “El secreto de una forma perfecta y bella está en su sencillez, cuya irradiación queda grabada en el cerebro del observador”. Cree que en este caso la tipografía “…debe resaltar a través de la composición la forma del signo o marca”.
La segunda parte del libro, denominada Fundamentos está dedicada a determinar las estructuras básicas y sus proporciones correctas en relación al tamaño de determinados elementos, como la altura, el grosor de los trazos o el equilibrio interno en las familias tipográficas. Es realmente una clase práctica sobre la forma de desarrollo de una tipografía o el diseño de un alfabeto, mostrado en retículas.
“Las letras de nuestro alfabeto están construidas de acuerdo con dos principios fundamentales. Los trazos oscuros delimitan el espacio interno y externo de cada letra. La luz penetra en las letras y las palabras a través de las superficies claras. Sólo así se puede reconocer una letra. Una tipografía legible encierra el secreto del equilibrio entre lo claro y lo oscuro.”
El libro finaliza con un apartado dedicado a los signos y símbolos así como una relación de las numerosas tipografías desarrolladas por Adrian Frutiger.
En definitiva, un libro imprescindible para un conocimiento más profundo sobre la trayectoria de este diseñador, sobre su forma de sentir y ver el diseño además de obtener un nociones fundamentales y más precisas sobre el desarrollo tipográfico.
UNIVERS.
El tipo Univers, diseñada po Adrian Frutiger y lanzada por Deberny&Peignot en 1954, fue uno de los primeros tipos realizados en Lumitype y creado para satisfacer ideales funcionalistas. Es una familia de rasgos ligeros que se publicó en dos versiones, una para fotocomposición y otra en metal.
Esta tipografía pretendía ser un alfabeto universal, diseñado con 21 variantes y con el propósito de erradicar la ambigüedad de términos descriptivos como “condensada”, “extendida”, “gruesa”, “ligera”, “ligera”, “pesada”, “fina”, “negra”, “cursiva” o “redonda”, proponiendo en su lugar un sistema de numeración que establecía relaciones entre las distintas variantes.
El eje principal del sistema Univers 55, en el eje vertical toda variante que comience con la misma cifra tiene el mismo espesor; en el eje horizontal, se refiere a cambios de perspectiva, desde la ancha hasta la estrecha, con sus variantes cursivas; toda letra que termine con un número par es una cursiva.
“El peso y la altura de las letras se determinan conforme a reglas ópticas, no matemáticas. Las hastas que se unen toman forma cónica hacia dentro a fin de evitar las acumulaciones de negro. Las terminaciones de la c, la e, etc. Son horizontales, a la manera de las unciales. Este principio vale para todas las formas. Las cursivas son transformaciones de las letras rectas. Sobre una línea central se gira la vertical transformándola en oblicua. La diferencia de tamaño entre mayúsculas y minúsculas es bastante pequeña, con lo que la composición resulta más suave.”
Univers quizás pueda ser definido como su mejor trabajo tipográfico.
Para los que quieran saber más sobre la metodología de este maestro, también pueden leer el artículo “Entienda la Metodología de Adrian Frutiger” por Akira Kobayashi.