El toro de Osborne afronta su madurez con una salud envidiable. Uno de los iconos españoles más importantes cumple en 2007 nada más y nada menos que 50 años. Fue allá por el año 1956 cuando las famosas bodegas del mismo nombre encargaron a la agencia de publicidad Azor un logotipo que identificara a su brandy Veterano en las carreteras de todo el país.
El artista Manuel Prieto, colaborador por aquél entonces en la agencia, fue su creador. No tuvo que ir muy lejos. A veces lo obvio es lo más rentable y el animal ‘ibérico’ por excelencia transformado en imagen corporativa trascendió su función comercial para convertirse también en el símbolo de un país. Un caso único en la historia del diseño gráfico ya que incluso en los grandes eventos deportivos en los que lida la selección española el escudo constitucional ha sido sustituido por el toro de Osborne estampado.
Los primeros se hicieron en madera, tenían los cuernos blancos y apenas medían cuatro metros. Cuatro años después, en 1961, la chapa sustituye a la madera y el animal en plena adolescencia crece hasta los siete metros. El estirón definitivo llega en 1962 cuando dos leyes franquistas obligaron a situar los carteles publicitarios a 125 metros de las autopistas y autovías. El toro vuelve a los corrales pero para dejarse ver por encima de la tapia crece hasta alcanzar los 14 metros de altura.
En este momento, existen más de 90 ejemplares repartidos por toda la geografía española e incluso fuera de ella. En Méjico también se les puede divisar. Cantabria y Murcia son las únicas comunidades autónomas que no cuentan en sus carreteras con tan bravo invitado. Cádiz y Alicante son las provincias con mayor número. Aunque el Grupo Osborne ostenta el patrimonio de la imagen y los derechos de reproducción, España se movilizó cuando una nueva norma lo puso de nuevo contra las cuerdas.
En diciembre de 1977, el Tribunal Supremo pone fin a la polémica estimando el recurso contencioso-administrativo interpuesto por la empresa y declarando que la silueta de Osborne va más allá de lo meramente comercial “superando su sentido publicitario e integrándose en el paisaje”. La sentencia también recoge que “debe prevalecer como causa que justifica su conservación, el interés estético o cultural, que la colectividad ha atribuido a la esfinge del toro”. Algunas comunidades autónomas como Andalucía se adelantaron y catalogaron las 21 figuras distribuidas por su geografía como parte del Monumento del Patrimonio Histórico andaluz.
El País