Las puestas de sol son uno de los grandes temas del aficionado. El efecto espectacular del astro ocultándose en el horizonte y los colores anaranjados que se producen, las convierten en una situación que pocos se resisten a fotografiar; pero el contraluz va mucho más allá del simple ocaso. El aficionado primerizo suele tomar fotografías a contraluz en las puestas de sol casi exclusivamente, mientras que el experto convierte el contraluz en un argumento que aplica tanto al paisaje como al retrato.

El empleo del teleobjetivo en las puestas del sol permite apreciar el motivo de un tamaño mayor y contribuye a crear un interesante efecto, también se aprecia con más precisión el efecto de la neblina atmosférica que difumina un tanto la luz del atardecer. Este efecto se potencia cuando el sol queda ligeramente desenfocado, por ejemplo, por haberse enfocado algún elemento más cercano del paisaje.

El efecto opuesto se logra al fotografiar la puesta de sol con un objetivo angular. El disco solar queda más pequeño y se potencian los elementos situados en primer término de la imagen. Si se quiere captar el disco solar con precisión, hay que sacrificar el detalle en las figuras, árboles o casas que se encuentran entre él y la cámara.

Muy efectivas y de gran belleza resultan las tomas a contraluz en la puesta de sol, sin que éste aparezca en la fotografía. Los reflejos dorados en el agua, la tonalidad rojiza de las nubes y la calidez de un paisaje suponen algunos ejemplos. El paisaje a contraluz también permite lograr fotografías en las que, por ejemplo, las montañas quedan reducidas a una silueta sin detalle, mientras el cielo y las nubes aparecen con buen detalle y protagonismo.

En una fotografía de paisaje se puede producir un efecto de contraluz que no lo es en apariencia. Una escena iluminada con una fuente de luz grande, en un día nublado, por ejemplo, se caracteriza por la falta de contraste y, por tanto, de sombras. Ahora bien, ello afecta sólo a la escena propiamente dicha. Si en la toma se incluye también el cielo, éste se convierte en un potente reflector de luz difusa, de modo que se establece una gran diferencia entre la escena y el cielo; de esta circunstancia se deriva un error en la medición de la luz que da como resultado un paisaje subexpuesto y un cielo sobreexpuesto, lo mismo que en una escena a contraluz.

En esta clásica fotografía de Lucien Ciergue, el contraluz produce un interesante juego de luces y sombras, tanto en el agua como sobre los cuerpos bronceados, en los que resaltan poderosamente las gotas de agua sobre la piel. La compresión de la perspectiva se debe al uso del teleobjetivo de 500 mm.

El contraluz produce un interesante juego de luces y sombras, tanto en el agua como sobre los cuerpos bronceados.

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