El contenido expresivo de una fotografía está relacionado con la organización de los elementos que figuran en ella, es decir, con la composición. Una imagen fotográfica es mucho más interesante cuando los elementos están situados de forma armónica en el formato.

Una de las fórmulas más efectivas para organizar la composición consiste en aplicar la regia de los tercios. Para ello, se divide la imagen en tercios, trazando líneas en sentido horizontal y vertical.

Las intersecciones de estas líneas son las zonas de regla. Sin embargo, ésta no es la única más interés e impacto visual. Esta regla es válida para todos los formatos, ya sean horizontales, verticales o cuadrados.

REGLA DE LOS TERCIOS EN EL FORMATO HORIZONTAL

La aplicación de la regla de los tercios se puede comprobar en estas ilustraciones, cuyos elementos se sitúan en diferentes lugares correspondientes a las líneas divisorias.

Tener en cuenta el formato resulta decisivo para decidir el tipo de composición adecuada al tema y al carácter que se quiere imprimir a la fotografía, pero más importante es aún la imagen que se quiere situar en él. Ésta será, con sus elementos gráficos, la que definirá el recorrido visual del observador. Dichos elementos constituyen la materia prima de la composición (punto, línea y forma) y configuran la totalidad de la imagen. Pocas veces se presentan de forma individualizada, ya que una fotografía es una amplia combinación de todos ellos.

Todo fotógrafo intenta crear en su imagen un punto de atención y de equilibrio (o desequilibrio), que puede estar situado en alguna de las intersecciones, según la regia de los tercios, o sencillamente romper las normas para conseguir un determinado efecto.

Respetar las normas de la composición no es una garantía de fotografías efectivas. Sólo proporciona imágenes correctas y académicas. Crear conflicto, tensión e inquietud en el observador es algo que no siempre se consigue siendo fiel a las regias, pero para infringir las normas es necesario conocerlas y saberlas manejar.

La efectividad de la composición, en definitiva, viene dada por la sorpresa que ésta produzca en el observador.

Si dentro del formato el motivo principal está situado, por ejemplo, en el tercio superior izquierdo, resulta poco sorprendente, ya que en nuestra cultura ésta es una zona familiar por ser donde se empieza a leer y escribir. Si por el contrario, el motivo se sitúa en los tercios inferiores la visión resulta más insólita e impactante.

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