Esta neoyorquina -1960- comenzó a los cuatro años con sus lápices, como muchos de nosotros, pero ya nunca los abandonó, por lo que se convirtió en toda una maestra y le permitió ser la primera persona en graduarse con honores en el Grado de Dibujo por la Universidad de Bellas Artes de Carnegie-Mellon, Pensilvania.
Laurie Lipton ha residido en diferentes países europeos y en su trabajo se ha dejado inspirar y seducir por las pinturas religiosas de la Escuela Flamenca, lo que le ha llevado a cultivar el detalle, la perspectiva y el retrato con toda su profundidad psicológica. A esto se une su gusto por las figuras terroríficas, retratos de seres que traslucen su desequilibrio mental, imágenes religiosas terroríficas, espacios y escenas llenas de detalles y su gusto mecanicista. Todo esto, unido a su propia técnica de dibujo en la que aumenta el tono con miles de líneas para sombrear y empleando témpera.
«Yo sabía lo que quería: Quise crear algo que nadie alguna vez había visto antes, algo que se escondía en lo más profundo de mi ser. Solía sentarme durante horas en la biblioteca y copiar a Durero, Memling, Van Eyck, Goya y Rembrandt. La fotógrafa, Diane Arbus, era otra de mis inspiraciones. Su empleo del blanco y negro golpeó en mi corazón. El blanco y negro es el color de fotografías antiguas y viejos programas de televisión … ellos son el color de fantasmas, deseo, tiempo pasado, la memoria y la locura… Descubrí que era perfecto para las imágenes de mi trabajo» Laurie Lipton